querida y multiforme
siempre tan vos
generosa
vistiendomé
con tus ropas que me aprietan
que dejan pasar el frío y el calor
con las suelas demasiado gastadas para el empedrado
y tu colchón raído de resortes
con tu dolor que aquieta la garganta
o me llora en los ojos
con tus moscas rondando en los oídos
y tus relaciones que empujan el nervio el corazón
tan puntual y certera
incomodidad regalada a mí
como una piedra preciosa
y que pretendo
barrer
o trocar
sin haber mirado suficiente
conveniente estorbo
soberana hija de los dioses
querida
perdoná
que no
te espere nunca
aunque llegues dispuesta a compartir el rato
y bien podría regar las plantas
para que huela rico
sacarte una silla al patio
convidarte agua fresca
un mate con flores de azahar y cascaritas
y conversar
el tiempo que te quedes
de lo que vos elijas
C.
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