martes, 26 de marzo de 2019

espaciosamente se desnudó
en el inicio
dejó caer los ojos estropeados
de tanto ver ciudades apacibles
luego se quitó los brazos
con sus consabidas manos
llenas de falanges estiradas y suaves
todo olía bien
la habitación era cómoda
el espejo caído hacia un costado
sobre la alfombra
china
de algún lugar de chucherías importadas
la tacita de té de frambuesas y jacintos
vaporizando el aire
a medio tomar
por la sorpresiva urgencia de la desnudez
aguda horizontal rizomática
nadie había llamado al teléfono
no había recibido una carta siquiera
ni un tan tan de campana
ni un timbre
tampoco un xilofón de una canción alegre
y ya se desprendía la cabeza del cuello
su cerebro lustroso
no sin antes depositar el sombrero de los días de sol
en el perchero de roble
con el arte estudiado majestuoso
de algún dedo del pie
todo quiso abrirse desgajar
todo fue tirando debajo de la cama
sobre la taza de té
el perchero
la alfombra china
y olía bien el perfume rojo de la pieza fresca
en el instante promisorio iridiscente
y su sexo múltiple brillaba
arrojado
solo
como el primer lucero

C.







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