A veces de leer mucho algo que me gusta, que me gusta y todavía no sé cómo ni para qué, me quedo en profundo silencio de palabras mías. Me siento que estoy sentadita, tiesa, mientras me enseñan una canción. Una voz, otra voz, otra, y contrapunto, y me imagino el teatro donde sólo hay inmenso y luces, y el director extravagante de una orquesta. Todo se va inventando a medida que lo miro, se van sumando los sonidos, se abrazan y se conversan, mientras me envuelvo ahí, quietecita, petrificada, vibrante, y me atraviesan como mías, como de mi boca, retumbando en mi cabeza el sonido, la cadencia en palabras, recuerdos de sensaciones mudas.
L.
a qué decir niña a veces, las palabras están para el después, para contar después para dejar sentado, el atravesamiento primero del mundo, la mudez de la vida haciéndose cuerpo inmensa ante la pequeñez de unx. Hermoso... dulce y hermoso!
ResponderEliminarabrazo bien fuerte