Ella mira escondida
tras unas rejas
a su chico que juega con perros.
Sonríe
y su sonrisa le es devuelta.
Siente desde los pies hasta las manos
algo viscoso, tirante, como un chicle:
un tiempo sonoro y táctil.
No puede hacerlo quebrar
mientras la mira también ahora,
intranquilo.
Lo chicloso la llena, la invade
la muestra en la piel,
la agota.
Se sienta en un banco,
le da la espalda,
Espera.
L.
muy bien logrado amiga! la tentación vizcosa del miedo... y mejor dejar pasar... esperar que lo que pase se olvide por la espalda, y quedarse sentaditxs en el banco justificando... nada
ResponderEliminarte reteque quiero mujer!
besos de todos colores