martes, 13 de mayo de 2025

este lugar se ha ido construyendo
con lo visto y lo inventado
lo escuchado
lo dicho
ahí permanece la escalera de Cabalango
en el momento justo en que me tropecé
cuando subía corriendo y gritando entusiasmada
que ese día no me había caído
y no recibí la penitencia
que mi padre me había anticipado a la mañana
como estrategia para mantenerme atenta
también los atardeceres en las coloraciones de las nubes
cuando tanta belleza me abrumaba
y me daba miedo que no fuera cierta
y cada una de las anécdotas
donde mis ángeles terrestres
acomodaron el rumbo apenas torcido de las cosas
como el chofer de Villa General Belgrano
que me llevó a la casa de mi amiga
con el bondi lleno de pasajeros
a buscar el celular que había olvidado
antes de emprender la vuelta a Córdoba
o la señora que se bajó una noche una o dos paradas antes
-esa vez que me distraje y me pasé muchísimo-
para que no esperara en un descampado sola
el colectivo opuesto
o el señor que me miró a los ojos en una callejuela de la Paz
y me indicó un ataque al hígado
y los chicos que me acompañaron al hospital de Pisac
y se quedaron a cuidarme
de los que no recuerdo el nombre
también está la tarde en la que mi hermana Eugenia
me agarró de los pelos en nuestra pieza de infancia
y la vez que cambió sus papeles de carta en la primaria
a la chica que había robado los míos
para devolvérmelos
y cuando me defendió de una bombucha manzanita
y cuando me contuvo como madre por la muerte de un amigo
están las historias de mi abuela 
de mi madre y mi padre
en las que no estuve
pero cuento en las noches para invitar el sueño
y Los Gigantes cuando experimenté dios
y la cordillera en Cajón Grande
aguas y amores de distintos sitios
una casa entre plátanos en Ilha Grande
puentecitos sobre el río de Aguas Calientes
una caminata mágica y nocturna con amigos
bordeando las vías del tren
el tiempo breve en que me desintoxiqué de harina estrés y azúcar
y me cayeron un montón de fichas
la noche de velitas con la Sai frente al lago Titicaca
el viaje a visitarla a la Cami en el sur
y a la Andi en España
el señor biólogo que solo hablaba en inglés
y se conmovió tantísimo con lo que recitábamos y cantábamos en castellano
la noche en Granada
donde todo lo que venía mal
se transformó excesivamente en bien
y otras menudencias relampagueantes
todo en desorden pero a mano
como vencer el vértigo estando sola
meditar debajo del pomelo amarillo
desnudarme al sol
todas tus caras de picardía
y tus palabras agudas que deshacen fantasmas
algunos berrinches fabulosos de Amanda
y por supesuto oscuridades
en las que finjo un miedo que no es
sino costumbre
ancestral
mensaje de ternura mal oído
mimo que se confundió el camino
y es cuestión de ponerle banderitas de colores
carteles luminosos
para que pueda volver


C.

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