Hicimos el hueco adelante de uno de los cactus grandotes, al lado de las buenas tardes que están sin flor por la época. En realizad lo hizo Carmen, porque yo había estado más temprano con unos trasplantes que esperaban hace meses.
La tierra es seca y dura. Seis trasplantes en un día y nació una ampolla en mi palma derecha y se reventó. El proceso entero en el trasplante. El trabajo con los últimos plantines fue más lento y cuidadoso, con la mano herida.
La vez anterior que me lastimé fue cuando iba a venir el Jose a tomar unos mates. Me corté el costadito externo del dedo medio de la mano izquierda, a la altura de la uña, queriendo separar dos rodajas de pan negro frizadas, para hacer tostadas. Lo que me cortó fue el cuchillo, pero lo que movió el cuchillo hacia mi sangre fue un pensamiento filoso. Después de una década hay miradas que me invitan a estar presente en el momento, a prestar atención.
Preparamos ofrendas en platos de postre y cuencos. Granos, semillas, hojas, harinas, verduras, frutas. Combinamos texturas, tamaños y colores. Nada así nomás, más bien delicado para la mamá Pacha. Y acercamos unos licorcitos y agua y té de coca para convidarla también.
Ahora tengo el dedo sano y la palma de la mano cicatrizando velozmente. No había profundidad. Apenas levantadas esas primeras capas de la piel.
Las plantitas en la tierra estarán acomodando sus raíces.
En cuarto creciente a nueva se recomiendan los trasplantes, porque la fuerza está en la raíz.
Cuando estuvo todo listo prendimos un pequeño fuego y pusimos una lonita en el suelo, al lado de donde cavó Carmen. Y nos arrodillamos las dos, tapadas con el mismo aguayo, en silencio, en gratitud, en el patio de casa.
Y le ofrendamos a la Pacha un poquito de esa abundancia que nos da, y les hicimos unos tragos a los licores. Y nos vino la carcajada, porque tuve la idea de que probáramos los piñones que permanecían adentro de uno de ellos hace años, y estaban horribles.
Una carcajada arrodilladas en el suelo con mi hermana más chica. Otro regalo para la Pacha. El más preciado.
Después llegó la Sil y se sumó al ritual.
No volvimos a coincidir con el Jose. Está bien, a veces no nos entiendo, pero está bien.
Tomo sol en el pasto y agradezco.
Todo lo que vive reverbera. Yo miro lo que brilla para aprender.
C.
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