Alguien tendría que inventar el queriómetro. Los que se quieran en 7 y 7 tendrían que estar juntos, aunque sería un poco fascista, esto de medir el amor, porque entonces los que se quisieran en 7 y 9 empezarían a tener problemas. El que quisiera o la que quisiera en 7 sentiría culpa, una culpa conciente que es peor. Y el que quisiera o la que quisiera en 9, sentiría el temor de querer solo/a, de pisar un piso agujereado, de caminar, en la penumbra, con el piso así.
¿Alguien le daría tiempo al 7 a que se convirtiera en 9? Sólo los 9 muy esperanzados con visión inocente o loca de la vida.
Los únicos beneficiados del queriómetro sería los que no se quieren nada: regalarían por colaborar en alguna ficción amorosa besos, caricias y hasta alguna palabra en algún momento de inspiración, o de deseo que se fuga, que se va de su lugar y su momento; y los que se quieren igual, pero correrían el peligro de la propensión a la rutina. Deberían usar el queriómetro con regularidad obligada, para ver si sus niveles han bajado junto con la adrenalina perdida, y si por igual.
Después estaríamos los que no usaríamos queriómetros y andaríamos en la duda de si nos quieren un poco, o hasta dónde, o cómo, o qué... o hasta cuándo, de si vale la pena seguir queriendo... y sí, vale la pena... no queda otra.
L. y C.
...amiguillas obvio que vale la pena seguir queriendo...siempre vale la pena el amor...creo que lo mas dificil es comprender las diferentes formas de amar...no todxs queremos de la misma forma...ni nos dejamos querer de la misma forma...me encanta todo lo que escriben...gracias por transmitir tanta sabiduría, tanta ternura, tanta dulzura, tantas palabritas conjugadas con tanto sentimiento...las quiero!!!
ResponderEliminaranónima solcita: justamente veníamos pensando en mujeres luminosas como usted, que se le animen a jugarse, por unx, dos, o mil amores sin queriómetros
ResponderEliminarjajajaja que idolas
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