tengo la cara morada de los golpes
que me estuve dando con los puños
la desasón en el rin
y sus guantes sobre manos transpiradas
de tanto chocar y volver sobre mi propia quijada
cansadas de pegar y pegar
sin poder detenerse
casi más que por instantes
y yo
a pesar de mí mísma
queriendo sacar del corazón
una bandera blanca
un cachito de tela
un retazo de esperanza
una semilla
C.
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