llovió toda la noche
se sentían las gotas en el techo
en la ventana
jugando a caerse
chistando
haciendo su bochinche diminuto infantilísimo
de recién naciendo
de apenas despertando de la ubre celeste
llovió toda la noche y de mañana
la lluvia se hizo nieve por el pasto
y por los pinos las calles y los autos
encima y abajo de los niños
de la sorpresa y la alegría de los niños
nieve
que vi bajar despacio
como espuma casi
copitos que se unían a otros copos
asambleas de copos abrazados
convirtiéndose en montañas brillantísimas
o en toboganes perfectos
o en bolitas veloces para atacar a valientes de 6 años
o más
miré durante horas
caminé durante horas
hasta empaparme los pies
los zapatos inadecuados
los dos pares de medias
las uñas los dedos y las plantas
humedísimas de blancura suave
de escarchas alfombradas
de pelitos de nube
observé y anduve por ella durante horas
casi con ganas de llorar
casi con ganas de llover
profundamente
las propias claridades
los simples desprendimientos
las ternuras
pensé en la gente del alto
la gente pobre
pensé en la hermanita trabajando
para calmar los fríos de ese pueblo
todas las heladas carentísimas
permanentes heladas de exclusiones múltiples
y también pensé
que no sería justo culpar a la nieve
ni a la lluvia lloviendo indiscutible
ni a la crecida del agua en cualquier forma
ni al granizo ni a la víbora ni a los vientos ni al pájaro
si hay que culpar a alguien por favor que no sea al pájaro
y menos a la nieve
bellísima enmagiada leve y dulce
que va lavando el lodo
de los ojos
C.
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